martes, 31 de diciembre de 2024

Camino portugués – desde Oporto (Portugal) a Santiago de Compostela (España)

Reflexiones del Camino Portugués

Introducción

En junio del 2024, Silvia y Tomás decidieron recorrer 295 kilómetros desde Oporto hasta Santiago de Compostela, a través del Camino Portugués. Trece etapas, trece días llenos de significado. Por un lado, estaba Silvia, peregrina argentina de Entre Ríos, de paso tranquilo y corazón abierto, dispuesta a buscar enseñanzas y dejarse llevar por las emociones en cada tramo. A su lado caminaba Tomás, un peregrino español con experiencia, paciente, de paso firme y corazón enorme. Este relato, narrado por Mabel —prima de Silvia y compañera de vida de Tomás—, captura la esencia de un viaje que fue mucho más que físico: un viaje espiritual, donde cada paso resonaba en sus pensamientos y en ese anhelo profundo de llegar a la meta, donde solo ellos saben lo que se siente y vive al entrar a la plaza del Obradoiro.



Relato de Mabel 

Y aquí estoy yo, quien no caminó ni medio kilómetro del Camino Portugués, escribiendo las reflexiones de dos caminantes excepcionales: Silvia y Tomás. Personas enormes, por dentro y por fuera. La tarea no es fácil, pero Silvia, con su generosidad, compartió sus pensamientos y aprendizajes conmigo. Tomás también hizo lo suyo, a su estilo: breve, directo y con precisión casi matemática. Así que aquí va mi versión.

Tomás no es un desconocido para este blog. En 2018, dejó su marca tras recorrer el Camino Francés de principio a fin con Antonio, su gran amigo. Ahora vuelve a ser protagonista junto a Silvia en este viaje que, en junio de 2024, promete ser inolvidable.

Para Silvia, el Camino Portugués fue un torbellino de emociones, una experiencia que sigue sedimentándose en su mente y corazón. Me dijo: “El Camino es un proceso que no termina al llegar a la catedral. Es algo que transforma nuestra vida cotidiana cuando volvemos a casa”.

Primero está la organización: las dudas, las ilusiones y esa mezcla de miedo y entusiasmo. Luego, durante el viaje, llega la confrontación entre lo imaginado y la realidad. Finalmente, al regresar, queda el desafío de poner en orden tantas emociones y decidir qué hacer con todo ese aprendizaje que deja el camino.

Silvia me contó cómo comenzó todo. En 1999, leyó El peregrino de Paulo Coelho y decidió que un día haría el Camino de Santiago. Pasaron 20 años hasta que finalmente pudo dedicarle toda su energía. En 2022, completó los 120 kilómetros del Camino Inglés, una experiencia tan intensa que decidió compartir el próximo reto con sus primas. ¡Y así nació la idea del Camino Portugués!

Pero la vida, con sus vueltas inesperadas, tuvo otros planes. La pérdida del padre de dos de sus primas, el tío Amador -mi papá, cambió todo. Ellas no se sentían con fuerzas para continuar, y ahí entró Tomás, primo por adopción y veterano del Camino, quien desde Madrid animó a Silvia a seguir adelante con el plan.

“El Camino siempre te deja ángeles”, me dijo Silvia. Y Tomás fue su ángel. Cada mañana, cada etapa, al llegar al hostal, con palabras simples y muchas veces sin darse cuenta, le daba el empuje necesario para seguir. Y entre risas y aliento, el andar se hizo menos pesado.

Todos los caminos son especiales, pero este tuvo una antesala diferente. Fue improvisado, marcado por la tristeza y la incertidumbre. Apenas tenían la fecha y el recorrido. La angustia por la pérdida de un ser querido siempre pesa, pero a ellos les pesaba aún más, se hacía sentir en cada paso, en cada kilómetro recorrido. Sin embargo, el deseo de llegar hasta el Apóstol y dedicar el esfuerzo a la memoria del tío Amador les dio fuerzas.

Así llegaron a Oporto. La primera etapa comenzó en la catedral y, como si el destino quisiera probar su determinación, los recibió con unas escaleras interminables que los llevaron hacia la costa. Y ese fue solo el inicio de un viaje lleno de pruebas, aprendizajes y emociones que siguen resonando.

El Camino, como la vida, es un recorrido de amor, pérdidas, perseverancia y magia. Silvia y Tomás lo vivieron así, dejando sus huellas no solo en los senderos, sino también en los corazones de quienes los acompañamos a través de esta crónica.











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