miércoles, 24 de octubre de 2018

Reflexiones tras el camino


Epílogo de Antonio


En el año 2001 completé mi primer camino en bicicleta. Lo recorrí en 7 días, por lo que fue más una prueba deportiva y de resistencia. Aunque no me paré a reflexionar, sí descubrí que había algo que te envolvía, y me prometí que volvería para recorrerlo a pie.
En abril de 2009, realicé el tramo Burgos-Fromista en compañía de varios amigos. En mi opinión, fueron 4 días en plan turístico. Estaba de moda ir al camino y algunos querían experimentar, eso sí, cargamos con nuestras mochilas, pernoctábamos en albergues y también sufrimos las inclemencias del tiempo.
En agosto, volví en compañía de mi cuñado (Pamplona-Burgos). En este recorrido las sensaciones fueron muy diferentes. Rápidamente percibí y pude trabajar esos valores que están presentes en el camino: la amistad, la solidaridad, la sociabilidad o la necesidad de escuchar y de ayudar. Pernocté en dos albergues que para mí son míticos, Grañón y Tosantos, donde los valores del Camino están presentes y se respiran por todos los rincones.

En abril de 2010, también acompañado de un amigo, completé otro tramo: San Jean Pied de Port - Estella. Supuso hacer un alto en el día a día y desconectar de la vorágine que nos envuelve; resultó fácil reencontrarnos con el Camino y sus emociones.
En abril de 2011, en compañía de un amigo, realicé el tramo Estella - Logroño. Fue un tramo muy corto y no sentí nada especial, pero seguía esperando el momento de volver al camino.
En agosto del mismo año, regresé, pero esta vez ayudando en el albergue de Tosantos invitado por el mítico hospitalero José Luis. Esta experiencia fue muy bonita porque coincidía con la fiesta que todos los años celebran vecinos y peregrinos. Se sube en procesión a la ermita de la Virgen de la Peña y se queman todas las reflexiones que han dejado los peregrinos durante un año. Fueron 3 días con un programa muy religioso, donde cada día asistíamos a misa y a escuchar los cánticos de las Clarisas de Belorado.

Yo, continuaba con la idea de volver y seguir buscando sin saber qué. Como declaramos en la portada del bloc, un día del año 2017 proyectamos y en 2018 completamos, de momento, nuestro último camino.
Todo comenzó como un objetivo pendiente. A partir del tercer día comenzaron las dificultades, por lo que se convirtió en reto, y con el paso de las etapas en promesa; por la mejoría de mi hija.
Ha sido un camino de incógnitas. En principio, mi idea era no hacer un camino lúdico y mejorar en aspectos como el silencio, el ser más reflexivo, el aprender a vivir con poco, la sociabilidad o la necesidad de escuchar. Pero no sé, si por motivos físicos o por qué otra razón, acabé buscando “la comodidad” procurando sufrir lo menos posible. Entre otros aspectos, alojarme en albergues con escasos peregrinos, poco ruidosos y a poder ser en localidades pequeñas.
Allá por la etapa 18, estábamos en una tertulia conversando sobre el Aquarius (barco cargado de migrantes). Había un italiano que decía que no podía ser esto de la emigración y entonces otro peregrino le respondió: “por favor, un poco de espiritualidad que estamos en el camino”. Me quedé un poco estupefacto y me pregunté ¿qué es la espiritualidad? y si hay que venir al camino para adquirir nuevos valores o mejorar en otros como la solidaridad o el compañerismo.
De manera muy frecuente, se recurre a hablar de lo que se ha dado en llamar “Espiritualidad del Camino de Santiago”. Y es que se considera que este peregrinaje, que se realiza con el claro objetivo de llegar a Santiago de Compostela y ponerse a los pies del apóstol Santiago, permite que muchas personas que lo realizan no solo se analicen a sí mismas y se conozcan mejor sino que también estrechen vínculos con Dios.
La definición en que quiero basarme, está relacionada más bien con un sentido filosófico más amplio y viene a ser un resumen de lo llamado "Espiritualidad e inspiración".
La persona espiritual es aquella preocupada por cuestiones relacionadas con el sentido de la vida, con la verdadera naturaleza del ser humano. Se hace preguntas como: ¿Quién soy realmente? ¿Por qué estoy aquí? ¿Tengo una misión o destino en mi vida?

Pasado un tiempo después de regresar, estaba en una pequeña discusión con mi esposa y me apuntó: “¿a qué vas al camino, y qué has aprendido?”
Yo creo que no vas al camino a aprender, sino a conectar contigo mismo y a conocerte más y mejor. Encontrar respuestas en el silencio, en esas ocasiones que caminas escuchando solo tus pasos donde el tiempo y el espacio adquieren una dimensión diferente, afloran pensamientos y sensaciones que permanecen escondidas en tu interior, porque esta sociedad no permite parar la mente, nos distrae continuamente y los pensamientos están en el pasado o en el futuro y no en el presente.

Lo cierto es que el Camino de Santiago tiene algo que te cambia por dentro y se crea una conexión que hace aflorar tu lado más humano y solidario. Mucha gente que lo realiza a priori por motivos deportivos, culturales o turísticos, acaba teniendo una experiencia que va más allá de un simple viaje o una ruta de senderismo.
Si has decidido emprender este viaje sea cual fuere el motivo, tengo una última recomendación para la preparación de tu equipaje: compensa el peso que portará tu mochila con el vacío de tu mente, esto te permitirá volver a llenarla al envolverte entre todas y cada una de las experiencias y sensaciones que puede aportarte el camino. Que el silencio guíe tus pasos amig@.



AGRADECIMIENTOS
Principalmente, a mi compañero de camino y amigo Tomás, porque en los momentos críticos en los que surgió el desaliento, me convenció a buscar soluciones para poder continuar la andadura, además de soportar mis protestas.

A todos los familiares y amigos que cada día seguían nuestro camino, nos transmitían su fuerza y sus plegarias y estaban convencidos de que conseguiríamos llegar a nuestro destino.
A nuestros compañeros, Máximo y Dominique, con los que compartimos buena parte del Camino, y aunque cada uno caminaba a su ritmo y con su mochila convertida en metáfora de la vida, nos reuníamos después de las etapas a compartir momentos inolvidables.

A Juana Mari, Carmen, Vanesa y Laura, que con sus observaciones me han ayudado a plasmar con mayor claridad mis reflexiones.

Muchas gracias a todos.

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